Oh Padre de bondad:
Nuestros Santos Padres Fundadores, al fundar el « Nuevo Monasterio » se propusieron seguir en el desierto a Cristo pobre.
Por eso buscaron vivir el Evangelio siguiendo la Regla de San Benito en toda su pureza.
Y Tú diste a Bernardo de Fontaine el don de hacer interesante y atrayente esta nueva forma de vida con la alegría del Espíritu Santo.
Concédenos hoy vivirla intensamente -a imitación suya- con espíritu de paz, de unidad, de humildad y, sobre todo, de caridad que supera todo don.
Que haya de nuevo hombres y mujeres de nuestro tiempo que se sientan llamados a la vida monástica siguiendo el Evangelio, al servicio de la misión de la Iglesia en un mundo que te olvida.
Acuérdate, Señor, de Cîteaux a donde llegó Bernardo con sus compañeros:
Que los hermanos que viven en este lugar se sientan llevados por el impulso fundador y generoso de los orígenes.
Acuérdate, Señor, de cuantos viven el carisma cisterciense, mujeres y hombres.
Acuérdate, Señor, de todas nuestras comunidades extendidas por el mundo, de las que envejecen y de las que están surgiendo:
Para que no pierdan el valor en el mar de las pruebas, impúlsales a dirigirse a Aquella a la que San Bernardo nos pidió mirar e invocar como a Estrella del mar, María.
Padre Santo, hemos recibido tanto de ti: danos tu bendición para que las comunidades crezcamos en número y, sobre todo, en sabiduría y gracia para tu gloria.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.